martes, 31 de mayo de 2011

La Francofonia

Hoy comienzan las celebraciones por la francofonía canadiense 2009, una serie de estos eventos para acompañar el camino al Día internacional de la francofonía, el 20 de marzo.
En los últimos cuatro años y pico he tenido la suerte de vivir en tres países francófonos: Bélgica, Francia y Canadá. En realidad no es tan simple. Si bien he pasado algunos meses en Francia, siempre ha sido en calidad de visitante y nunca para instalarme. Además, en cuanto a los restantes dos países francófonos de la lista, ninguno tiene al francés como única lengua oficial.
En el caso de Béglica, el francés pelea terreno codo a codo con el neerlandés. Muy divididos geográfica y culturalmente, francófonos y neerlandófonos se disputan la supremacía cultural y política usualmente eligiendo Bruselas como campo de batalla. Si bien a escala nacional la población de habla holandesa alcanza para superar en número, en la capital, Bruselas, los fracófonos marcan el ritmo.
Si bien Canadá también es un país bilingüe, las diferencias con Bélgica son tantas que casi no vale la comparación. Por cuestiones históricas el francés se extendió por la región que hoy se conoce como Quebec. Desde entonces y a pesar de guerras, tratados, invasiones, prohibiciones, migraciones y emigraciones, los habitantes de esta región de América del Norte se las ingeniaron para resguardar su lengua, vehículo de cultura por excelencia si los hay.
Para mi grata sorpresa, en estos cinco meses aquí descubrí que el francés no sólo es importante en Quebec sino que tiene mucho más peso a escala nacional del que me esperaba.

Puede sonar una redundancia pero a la luz de las reivindicaciones idiomáticas en Europa es una precisión que merece lugar: En Francia el francés tiene el monopolio. No solo es el único idioma oficial sino que el estado se encarga de defenderlo y protegerlo de cualquier amenaza cultural extranjera.

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